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«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra»
Padre Jordi Pascual i Bancells
Lc
1, 26-38
Hoy contemplamos, una vez más, esta escena impresionante de la
Anunciación. Dios, siempre fiel a sus promesas, a través del ángel
Gabriel hace saber a María que es la escogida para traer al Salvador
al mundo. Tal como el Señor suele actuar, el acontecimiento más
grandioso para la historia de la Humanidad —el Creador y Señor de
todas las cosas se hace hombre como nosotros—, pasa de la manera más
sencilla: una chica joven, en un pueblo pequeño de Galilea, sin
espectáculo.
El modo es sencillo; el acontecimiento es inmenso. Como son también
inmensas las virtudes de la Virgen María: llena de gracia, el Señor
está con Ella, humilde, sencilla, disponible ante la voluntad de
Dios, generosa. Dios tiene sus planes para Ella, como para ti y para
mí, pero Él espera la cooperación libre y amorosa de cada uno para
llevarlos a término. María nos da ejemplo de ello: «He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). No es
tan sólo un sí al mensaje del ángel; es un ponerse en todo en las
manos del Padre-Dios, un abandonarse confiadamente a su providencia
entrañable, un decir sí a dejar hacer al Señor ahora y en todas las
circunstancias de su vida.
De la respuesta de María, así como de nuestra respuesta a lo que
Dios nos pide —escribe san Josemaría— «no lo olvides, dependen
muchas cosas grandes».
Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de Navidad. La mejor
manera de hacerlo es permanecer cerca de María, contemplando su vida
y procurando imitar sus virtudes para poder acoger al Señor con un
corazón bien dispuesto: —¿Qué espera Dios de mí, ahora, hoy, en mi
trabajo, con esta persona que trato, en la relación con Él? Son
situaciones pequeñas de cada día, pero, ¡depende tanto de la
respuesta que demos!
Fuente:
evangeli.net
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