Anunciación
Padre Marcelo Rivas Sanchez
Lc
1, 26-38
Una mujer, madre y Señora del Adviento
Dios Todopoderoso, que por
la Inmaculada
Concepción
de
la Virgen
María
preparaste una morada digna para tu hijo y, en atención a los
méritos de la muerte redentora de Cristo, la preservaste de toda
mancha de pecado, concédenos, por su maternal intercesión, vivir en
su presencia sin pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
Génesis 3, 9-15. 20
Salmo 97 Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho
maravillas.
Filipenses
1,4-6.8-11
Lucas 1,
26-38
“El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel,
entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracias, el Señor
esta contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Ella se turbó
ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel
le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel:
¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó: El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de
Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el
ángel”
Un Adviento con Madre
Para sepultar el pecado de la soberbia de Adán y Eva.
Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me
escondí.
Como Ella se acercó al calvario y desde allí la recibimos como
Madre.
Madre he ahí a tu hijo. Hijo he ahí a tu madre.
Bien es llamada en Lourdes, al pie de los Pirineos, “salud de los
enfermos”
Madre de todos los vivientes
Así como una mujer había contribuido a la muerte. Una mujer
contribuyera a dar la vida.
"la
Virgen
se ha convertido verdaderamente en
madre de los vivientes
mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por
naturaleza estaban destinados a la muerte" (Pedro Crisólogo)
Que bello de Romano de Melode
Joaquín y Ana fueron liberados de la
vergüenza de la esterilidad.
Adán y Eva de la
corrupción de la muerte.
Descubrir el pecado
Que está oculto en el cuerpo desnudo de quien no lo respeta
Que está oculto en el engaño de los esposos que no viven en la
verdad.
Que está oculto en la desobediencia.
Que está oculto en una tercera persona que mete cizaña.
Es un buen tiempo para orar
Con mucha alegría.
Con sentido de gratitud pues todos han colaborado.
Trabajo por el evangelio que será bien pagado y culminado por
Cristo.
Todos cabemos en el corazón de Cristo.
Que en todos crezca el amor para una mejor justicia.
Y
así demos alabanza y gloria a Dios.
Pongamos la mirada en María
Dios se ha fijado en una mujer, María.
Hay que mirarla, pero también hay que seguirla.
En ella Dios ha colocado todo su amor y desde Ella a nosotros.
Ella se ha mantenido en la oración “Avemaría”
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
(Lc
1,28)
Esa Avenaría nos conduce a Jesucristo, el fruto bendito de su
vientre.
Para luego llevarnos
a una invocación:
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte.
Es un Dios amoroso y misericordioso
Que llama a una mujer llena de gracia
No le ordena. Le sugiere que colabore al plan de la
salvación.
Bien lo decía S. Agustín. Primero Dios en su corazón, que en
su vientre. (FE)
Ella se dispuso como la
sierva del Señor.
Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra
(Lc
1,38)
Por eso se hace mujer fuerte en la fe.
Actuante
como mediadora ante
Jesucristo. A favor
de todos.
Discípula de Hijo. Pues cumple la voluntad.
De ahí, madre de Dios y desde la concepción virginal.
Mirar a María es…
Encontrarse con Jesucristo.
Observar toda la esperanza que ella misma trae.
Contemplarla como estrella de la mañana.
No tener miedo, pues nos trae el Dios con nosotros.
Su Santidad Benedicto
Dios se enamoró de la humildad de María, escogiéndola para ser
la Madre
de Cristo.
No sólo no cometió pecado alguno, sino que quedó preservada incluso
de esa común herencia del género humano que es la culpa original.
Dios le encomendó, desde siempre, ser
la Madre
del Redentor.
El fundamento bíblico del dogma de
la Inmaculada Concepción
«se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de
Nazaret: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”» (Lucas
1,28).
Llena de gracia, es el nombre más bello de María, nombre que le dio
el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la
amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso,
Jesús, el amor encarnado de Dios.
¿Por qué entre todas las mujeres, Dios ha escogido precisamente a
María de Nazaret?
Por su humildad. En el Magnificat, su cántico de alabanza:
Engrandece mi alma al Señor… porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava.
Por eso la bendice
Esta “bendición es el mismo Jesucristo. Él es la fuente de la
gracia, de la que María quedó llena desde el primer instante de su
existencia.
Esta es la misión y vocación de todos. Acoger a Cristo y entregarlo
al mundo.
El Papa concluyó señalando que la fiesta de
la Inmaculada
ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de
vigilante y confiada espera del Salvador.
Fuente:
autorescatolicos.org
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