¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Padre Marcelo Rivas Sanchez
Lc
1, 39-45
Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que se alegra por la
venida de tu Hijo en nuestra carne mortal; y concédenos que, cuando
vuelva él revestido de gloria y majestad, nos llenemos también de
alegría al recibir de sus manos la recompensa de la vida eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Cantar de los Cantares 2, 8-14
Llega mi amado, saltando sobre los montes
Salmo 32 Demos gracias a Dios, al son del arpa.
Lucas 1, 39-45
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
“En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las
montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a
Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en
su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y
levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor
venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de
gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá
cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
María evangelizadora
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La que se pone en camino.
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Se convierte en Buena Noticia.
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Por eso Isabel le reconoce en ella la mano de Dios.
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Supo asumir y
reconocer la presencia de Dios en su vida.
Encuentro
y familiaridad
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Ante
la noticia de la maternidad, María busca a su prima Isabel.
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Lo
hace de forma apresurada.
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Sin
importarle la lejanía y lo quebrado de la ruta.
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Su
saludo da a conocer la criatura que Isabel anida en su vientre.
La
familia hoy en día
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Debe ser
entendida como santuario de la vida.
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Con dos
dimensiones: la vida humana y la vida cristiana.
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No se
reduce a la sola procreación, sino que es ayuda eficaz para
transmitir y educar en valores auténticamente humanos y cristianos.
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Servidora de la vida, de toda vida.
Hay que
defender la vida
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Se
desprecia la vida y a la dignidad humana.
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Olvidando el carácter sagrado de la vida.
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Dejando a un lado que la vida es un regalo de Dios.
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Dios
es el mismo Señor de la vida.
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El
hombre no es ni puede ser árbitro o dueño de la vida.
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Una
cultura de la muerte muy pronunciada.
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Con una falsa concepción de la libertad. Hago lo que me da
la gana.
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La distribución masiva de anticonceptivos. En su mayoría
abortivos.
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La paternidad irresponsable.
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Un egoísmo ciego en la producción de
riqueza.
Defender
la vida cristiana
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Que es la gracia que Dios colocó en cada uno
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Invitación a vivir en Dios y para Dios.
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La vida nos e agota con la procreación, sino debe educar
valores
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Que sean capaces de hacer germinar el evangelio.
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A la vez que sea santuarios de la vida, también Iglesias
domésticas.
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Con la necesidad constante a la conversión.
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En la búsqueda a la santidad.
Fuente:
autorescatolicos.org
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