Santa María de la Esperanza Lc 1, 26-38

Pedro José María Martín OSA


1.- En este último domingo de Adviento las lecturas nos presentan un personaje singular. Hasta ahora habían aparecido dos profetas: Isaías y Juan Bautista, que nos llamaban a preparar el camino del Señor. Pero ahora está con nosotros María, ella es la auténtica protagonista del Adviento. Ellos nos enseñaban el camino. María nos acompaña y nos ayuda a caminar. Ahí está la diferencia. De poco sirve conocer el camino, intentar allanar el camino, eliminar los baches y las curvas...., si no hay nadie que nos dé fuerza para caminar. La Virgen es "Santa María del camino", tal como decimos en una canción popular. Le pedimos: ¡Ven con nosotros al caminar!, con la seguridad de que mientras recorremos la vida nunca estamos solos, pues con nosotros Santa María va. 

2.- En la parroquia donde vivo y celebro mi fe hemos puesto un gran cartel junto al altar en el que hay dibujado un camino --el Adviento es camino-- con cuatro paradas, representando los cuatro domingos. Cada domingo tiene una palabra clave, simbolizada por unas manos: manos que se alzan hacia Dios (esperanza), manos que se juntan en actitud orante (conversión), manos que parte un trozo de pan para compartir (testimonio), manos que se estrechan (entrega). María nos enseña a vivir estas cuatro actitudes fundamentales del Adviento. Ella es la mujer que esperó siempre en Dios, que volcó en El su corazón, que dio testimonio de su fe y que entregó su vida a la causa de Dios. El camino nos lleva a Jesús. Pero tenemos que emprenderlo nosotros, por eso hay en el cartel una frase que dice "Todos hacia ´Ti". Esperamos activamente la llegada del Mesías preparando nuestro corazón, como María. Ella lo llevó en su seno, también nosotros en cierto modo debemos acogerlo en nuestro interior. ¿Quién mejor que ella "la Virgen de la O", puede enseñarnos a esperar con confianza y alegría?

3.- María, aquella muchacha de Nazaret, confió en el Señor y le manifestó su disponibilidad. Su confianza nacía de la Palabra de Dios. Por eso cuando recibió el anuncio del ángel se quedó turbada y preguntó ¿cómo será eso, pues no conozco varón? Confió en la Palabra del Señor. Su fe es confiada, pero no ciega. Pone su confianza en la Palabra, para decir "hágase en mí según tu palabra". De su confianza nace su disponibilidad. El que se instala se encierra en sus "seguridades" y es incapaz de avanzar. Sólo el que busca está capacitado para progresar. La disponibilidad en la antítesis de la instalación burguesa. Hemos de salir de nuestra comodidades para ir al encuentro de las nuevas realidades de pobreza material y espiritual, "nuevas fronteras" las llaman algunos: ancianos, inmigrantes, jóvenes desarraigados.....María nos lleva a Jesús y nos dice: "haced lo que El os diga". No podemos quedarnos sólo en el aspecto sentimental de la Virgen. No olvidemos que ella es la mujer entregada y comprometida del Magnificat que alaba al Señor porque "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos". 

4.- Hoy le decimos a nuestra Madre María que nos ayude a luchar por un mundo nuevo, aunque nos digan algunos que nada puede cambiar. Ella nos ayuda a tender nuestra mano al que con nosotros está. Nos da ánimo para confiar siempre, aunque parezca que es inútil caminar, porque vamos haciendo camino y otros lo seguirán. ¡Que se acaben los agoreros y los pusilánimes! ¡Sí, es posible un mundo nuevo con y desde María! La actitud que tenemos que cultivar desde este domingo es la entrega generosa, como María. Le suplicamos: ¡Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera! Demos gracias a Dios por María porque se acercan días de fiesta y felicidad "no sólo para la mujer, cuyo seno había dado a luz al niño, sino también para el género humano en cuyo beneficio la Virgen había alumbrado al salvador" (San Agustín, Sermón 193, 1)