María y la evangelización. Principios teológicos.

Padre Cándido Pozo, S.J

 

El último encargo de Jesús a los Apóstoles aparece, en el final deuteronómico de Marcos _, expresado con estas palabras: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará, mas el que no creyere, se condenará" (Mc. 16, 15 s.). 
Un análisis de esta formulación del encargo misional permite descubrir en él los siguientes elementos: 


† Se trata de la predicación de la Buena Noticia, la cual tiene, sin duda, contenido doctrinal. Ello es claro si se compara la fórmula del encargo con el modo como los Apóstoles lo entendieron a partir de la misma predicación de Pedro el día de Pentecostés, en la que se proclaman los hechos fundamentales de la salvación: la muerte y la resurrección de Jesús (Hch. 2, 14-40)_. De modo muy característico, en continuidad con esa primera predicación, se habla de la "didajé" de los Apóstoles (cf. Hch. 2, 4)


† La predicación tiene que ser recibida con fe, que se concibe como aceptación del mensaje. De nuevo es útil relacionar Mc. 16, 16, con la construcción, bastante paralela, de Hch. 2, 41, donde "creer" es sustituido por la expresión "acoger su palabra"_.

† La recepción culmina en una vida sacramental. Es importante que Jesús subraya el bautismo_, es decir, el "nuevo nacimiento" del que Él habló a Nicodemo (cf. Jn. 3, 3), el nacimiento del agua y del Espíritu Santo (ibid., v. 5). Es éste un nacimiento virginal a imagen del de Jesús, nacido de María y del Espíritu Santo también el creyente, al ser bautizado, nace virginalmente del agua y del Espíritu Santo, o de la Iglesia y del Espíritu Santo, como lo percibió con claridad la famosa inscripción del bautisterio lateranense: "Virgineo foetu Genitrix Ecclesia natos quos spirante Deo concipit, amne parit"_.

En todo nacimiento se da vida. La nueva vida que recibimos en este nuevo nacimiento implica un nuevo comportamiento: la nueva vida hace que la aceptación de la Buena Noticia por la fe se con vierta en la "fe que actúa por la caridad" (Gal. 5, 6).
Juan Pablo II, en su Exhortación apostólica Catechesi tradendae dentro del campo de la tarea evangelizadora, distingue entre "kerygma" o "primer anuncio del Evangelio", y catequesis _ El Papa define a esta última por "el doble objetivo de hacer madurar la fe inicial: y de educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo _. El carácter sistemático de la catequesis debe siempre tenerse ante los ojos. Ello nos hará conscientes de que en la catequesis debe ser mantenido un método cíclico frente al método gradual que a veces se ha propugnado. Por ello, resulta tan sugestivo que el Papa remita a los Credos --ellos mismos una síntesis relativamente completa-- y en particular al Credo de Pablo VI, donde el esfuerzo es especialmente visible, como "referencia segura para el contenido de la catequesis"._
Mirando a este nivel sistemático de Evangelización, que caracteriza a la catequesis, nos interesa describir el papel de la Santísima Virgen en ella. Para su estudio daremos cuatro pasos sucesivos.

I. María y los contenidos de la Evangelización 
II. María y la eficacia de la Evangelización 
III. María y la persona del que evangeliza 
IV. María, modelo en la evangelización